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sábado, 7 de septiembre de 2013

Adiós, amigo. Hasta la vista...


Siempre se van los mejores. Pronto nos has dejado, quedando un hueco en quienes te conocimos imposible de rellenar.
Qué lejanos vemos ahora aquellos días en Compensatoria, con un equipo de amigos recorriendo sierras, campos y centros aislados, con nuestras aventuras y desventuras, trabajando de sol a sol para echar una mano a nuestros compañeros y ayudar a nuestros alumnos de las zonas más desfavorecidas. 

Rocordarás las largas jornadas preparando las pistas para el Deporte escolar o las Convivencias donde los profesores y un montón de niños nos hermanábamos realizando las más diversas actividades. Salíamos de casa antes de que la familia se despertase, para llegar pronto con la furgoneta al lugar de la Convivencia, cargados hasta los topes, como el "Equipo A", para que todo estuviese preparado a tiempo. Después, muchas veces de noche, recogíamos todo en el Centro de Recursos, comentando las indidencias del día, y regresábamos cansados a casa, con el tiempo justo de dar un beso a nuestros adormilados retoños.
Recordarás las horas y horas de planificación; el estudio de las rutas óptimas para el mejor aprovechamiento del tiempo; los maletines ambulantes, construidos ex profeso, de la biblioteca escolar; las horas interminables enmaquetando y editando el periódico escolar; la búsqueda de recursos, como los abandonados microscopios de Villardeciervos, o de dinero, en múltiples y variados estamentos .

Nuestro jefe se extrañaba de que siempre justificábamos más dinero del que recibíamos oficialmente. Y nos "reñía" cuando no le manteníamos informado... de casi nada. Y es que íbamos "por libre". Nosotros planeábamos y nosotros ejecutábamos. Como la movida de los "caballitos" que alquilamos los Centros de Recursos para nosostros solos, donde fletamos más de una docena de autobuses para traer varios centenares de alumnos de nuestras zonas de influencia. Muchos era la primera que vez que disfrutaban de algo así. O cuando los trajimos a ver una sesión de cine en la sala que nos cedió Caja España. O las Aulas activas de la Naturaleza, como la de Soncillo, en Burgos. O los muchos viajes educativos realizados (Madrid, Segovia, Valladolid, etc.).
También hubo sus cosas, como la mordida del mono en el Zoológico de Matapozuelos, la entrega de un billete "falso" (hecho por nosostros para una actividad) en una cafetería por parte de un alumno, algunas "averías" de algún añejo autobús (como cuando hubo tirar de una cuerda para poder cambiar de marcha o cuando nos quedamos sin gasóleo porque el marcador estaba estropeado), la riada que casi no nos deja llegar a Ferreras de Arriba para grabar una obra de teatro, una gran nevada el último día de clase en Diciembre que casi me impide repartir el periódico escolar,...


Pero lo más gratificante eran nuestras comidas en Ferreruela, al calorcillo del brasero, en el pequeño comedor atendido por aquella buena mujer. Aquellos cocidos artesanal y magistralmente preparados nos quitaban el frío de los rigores invernales, mientras intercambiábamos impresiones de nuestras cosas. No teníamos mucho tiempo para comer, pero aquellos fueron instantes inolvidables, como lo fueron aquellas ocasiones que veníais a buscarme expresamente a Tábara para comer juntos, cuando yo debía quedarme en el Centro de Recursos para hacer las tareas que me correspondían. Cuántos anocheceres hemos visto...

Qué famoso llegó a ser el "palacete" administrativo, con suelo de "parquet", y qué poco lo disfrutamos. Yo estaba allí el tiempo justo y necesario, para los trabajos burocráticos y hacer las cuentas, pero no podía estar mucho tiempo. Necesitaba salir, y a veces recorría la zona buscando nuevos escenarios para hacer actividades de campo.


Recuerdo también, con la nostalgia que da el paso del tiempo, las meriendas aquí y allá, donde la hierba y la sombra nos daban refugio, mientras veíamos crecer a nuestras hijas que, incansables, no paraban de jugar. Y las acampadas en el Folgoso, a veces aguantando fuertes aguaceros. ¿Te acuerdas de cuando te atragantaste comiendo sandía? ¿Quién te dio los golpecitos en el pecho, en lugar de por la espalda?

Por todos los buenos ratos que hemos pasado todos juntos, gracias... Siempre estarás en nuestro recuerdo.


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